La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
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martes, abril 15, 2008

Gimlet en el Boada's

He oído que van a cerrar la coctelería Boada's y yo no estoy para estos disgustos que tengo la tensión distorsionada. No puedo imaginar una Barcelona sin Boada's, sería como ver en el anuncio de Ferrero Roché a Cañita Brava en vez de a la Preysler. La coctelería Boada's es el sitio a dónde vamos los de pueblo para sentarnos al lado de nuestros escritores favoritos y pedimos cosas que no sabemos lo que son, pero que hemos leído que lo piden en las novelas negras y suenan bien... “Un Dry Martini”... “¿Con qué ginebra?”- Te pregunta el camarero y entonces te pones como un tomate porque la única marca de ginebra que conoces es la que comprabas en el Día cuando ibas a hacer botellón al parque... “Uy, he dicho Dry Martini... Quería decir Kas de Naranja, un kas de naranja, por favor”... Así que, como decía, Boadas es el sitio a dónde vamos los de pueblo para tomarnos un Kas de naranja mientras nuestro escritor favorito se calza un suculento Margarita.

Aunque nunca me he atrevido yo siempre he querido pedir un Manhattan y un Gimlet. El Manhattan porque lo he visto en infinidad de películas y dicen, por cierto, que su inventora fue la madre de Churchill; y el Gimlet lo quiero pedir porque es el cóctel literario por excelencia.

“Un auténtico Gimlet es mitad ginebra, mitad zumo de lima Rose's y nada más. Y les da una paliza a los martinis" Decía Terry Lennox en “El largo adiós” mientras se ponía como el tenazas junto al detective Phillip Marlowe. Gracias a esta novela de Raimond Chandler el Gimlet se popularizó en todo el mundo y se convirtió en la bebida favorita de gente como la actriz Helen Mirren que me han dicho que tiene por costumbre tomarse uno para coger fuerzas antes de salir a escena. De hecho, cuando ganó el Oscar por “The Queen” lo celebró con la estatuilla en una mano y un Gimlet en la otra. Suerte que con los nervios no se bebió el Oscar y alzó la copa.

Ah, Gimlet fue también el nombre de una revista sobre el género policíaco que dirigió Manuel Vázquez Montalbán y en la que aparecieron textos de Dashiell Hammet, Woody Allen o Agatha Cristie. Su receta del Gimlet difiere de la de Raymond Chandler: 1/3 de limón, 2/3 de ginebra, 2 gotas de ajenjo, 1/2 cucharada de azúcar, hielo y una rodaja de limón, servido en vaso estrecho.
Para gustos se hicieron los alcoholes, oiga.

Pues sí, los chicos malos beben Gimlet, bueno y también José Luis Garci y Maria Teresa Campos. Y los rebeldes beben Daikiri, como el protagonista de “El guardián entre el centeno” o el escritor Ernest Hemingway, que era cliente habitual del Floridita, uno de los bares más famosos del mundo, situado en La Habana y que a su vez inspiró la creación del Boada's.

Vaya, creo que oigo los tacones inconfundibles de Dolors Sans que se adentra en el Boada's cual Femme Fatale en una peli de Howard Hawks... Voy a invitarla a un cóctel y así quedaré como todo un Bogart de Bilbao. “Camarero, sírvame dos... dos... dos Kases de Naranja”.

jueves, abril 03, 2008

Dumas... o menos

El grupo de Rock Los Suaves y mi abuela tienen en común un estribillo que dice eso de “Las vueltas que da la vida…” y si lo dicen Los Suaves y mi abuela es que es una verdad como un templo. Y no solo la vida da vueltas, que hay quien sigue dando o le siguen dando vueltas hasta después de traspasar, si se me permite tomar el préstamo eufemístico del catalán.

No, no piensen en ningún finado de la prensa rosa que ya saben que hoy todos hablamos de Alejandro Dumas en el programa. Y a él me refiero cuando digo que le han dado vueltas, con todos los honores, eso sí, después de pasar al otro lado. Porque aunque el autor de los mosqueteros falleció en 1870 y le dieron honrosa sepultura, en 2002 el gobierno francés decidió que tan insigne hijo de la Galia debía compartir tertulietas post-mortem con su amiguete Victor Hugo, Zola, Rousseau y demás moradores del panteón de Hombres Ilustres de la Nación.

Así que ni cortos ni perezosos, a las 6 de la mañana del 29 de Noviembre exhumaron los restos mortales del literato del cementerio de su villa natal y se lo llevaron a París en medio de un señor fiestón (El nombre de la villa natal lo omito para no cometer un atentado fonético). Fuente solventes nos han informado de que a pesar del jolgorio en su honor en toda Francia, el recibimiento de sus compañeros de morada fue más bien frío. Y el mismo negro literario que me ha escrito ese chiste tan malo afirma que aunque durante el traslado Alejandro Dumas no se quejó en ningún momento, en vida había expresado su deseo de recibir sepultura en el panteón familiar. Pero claro, como han tardado 130 añazos en realizar "la mudanza" igual la última voluntad había prescrito ya… Quién sabe…

De todos modos, seguro que el padre literario de “El conde de Montecristo” se hubiera tomado la cosa con humor. Porque el tío fue un cachondo hasta en el lecho de muerte. Dice la leyenda que estando ya “más p’allá que p’acá” el médico le dijo:
- Yo he prometido decirle a usted toda la verdad. Está muy enfermo. ¿Hay alguien a quién tenga especial interés en ver en este momento?
- Sí- Respondió el escritor- A otro médico.

Se ve que a los galenos no les tenía especial estima porque, según cuenta el libro Enigmas literarios de Jesús Calleja Cabo, en una celebración en casa de un famoso doctor invitaron a Dumas a que firmara en el libro de visitas y éste escribió:
Desde que el doctor Gistal
Cura a familias enteras
Se demolió el hospital
El médico al verlo le dijo: ¡Adulador!
Y él, sin inmutarse, siguió escribiendo: Y se han hecho dos cementerios.

A mí me cae bien el tío Alejandro, oiga. Un tipo que escribió más que Cesar Vidal es un fenómeno aunque se valiera, dicen, de 73 negros para crear la friolera de 37.267 personajes según el Diario El Mundo, la mitad según la guardia urbana.

Pues nada, nosotros como en vez de remover cuerpos preferimos remover mentes nos quedamos con una cita del propio Dumas que viene que ni pintada: El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin ilusiones. Y muere lo mismo: sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones.
Au revoire.