La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
(Email: puntdellibre@cadenaser.com Contestador: 93.344.14.76)

sábado, febrero 14, 2009

Lo tuyo es puro teatro... o no

Dicen que los de Bilbao nacemos donde queremos... pues yo voy aún más allá... como soy de Begoña, que es más que ser simplemente de Bilbao, es el no va más... el sumum del bilbainismo... Bueno, eso, que como soy de Begoña no solo nací donde quise sino que también vivo en el día que a mí me da la gana, y aunque todos los calendarios digan que hoy es 15 de noviembre yo he decidido que hoy es 27 de septiembre. ¿Qué pasa? Si una estrella del rock puede pedir doscientas toallas rosas para su camerino, uno de Begoña puede decidir que hoy es 27 de septiembre sin despeinarse y echando un irrintzi a la par.

Y no se piensen que la elección del día es casual. Uno de Begoña no deja nada al azar salvo el destino del Athletic. He vuelto a ese día porque mis compañeros de la Bookería estuvieron hablando de Samuel Beckett y yo me quedé con ganas de meter baza.. Que como dice Arguiñano, soy como el perejil, me gusta estar en todas las salsas.

Pues sí, quiero hablar de Beckett, pero no del escritor irlandés que tenía la cara sin planchar. Quiero hablar de la sala de teatro que lleva su nombre: La sala Beckett de Barcelona. Sí, ya sé que no me corresponde, que yo soy el corresponsal en Euskadi, pero oigan, a veces uno también tiene que hablar de las cosas que pasan en los barrios de las afueras de Bilbao.

El caso es que la sala Beckett es una sala de teatro alternativo. Que lo de alternativo creo que viene de que como es tan pequeña en el espacio se alternan un espectador, un actor, un espectador, un actor... Bueno, vale, uno no puede estar siempre brillante... cuando cuente tres despertarán y olvidarán este último chiste... un, dos, tres, carabin bon ban.

Yo perdí una amiga en la sala Beckett. No físicamente, claro está, que en un espacio tan pequeño no se pierde ni el anillo de compromiso de David el Gnomo. Quiero decir que dejó de ser mi amiga allí. Solía acompañarme al teatro a menudo en mis visitas a Barcelona; yo aprovechaba para ver las obras en cartel y ella para siestear con la excusa de estar reflexionando el significado de la representación. Gracias a esta amiga descubrí lo excepcional de la acústica del Grec. No vean como resuena un ronquido desde la última fila en todo el teatro. Suerte que lo echó justo cuando Orestes invocaba a los dioses y pareció un efecto especial.

El caso es que desde que me acopañó a la sala Beckett a ver "Hamlet Máquina" se niega a volver al teatro conmigo. Resulta que cuando la muchacha estaba en fase Rem, o sea, con los párpados en huelga, el actor principal, que hasta el momento había estado 15 minutos de reloj susurrando frases inconexas, pego un berrido tal, que, además de regar de paluegos a las tres primeras filas, dejó a esta pobre con los ojos abiertos como platos para el resto de la función y un par de semanas más.

Yo soy un experto en teatro alternativo. Verán, hay cuatro clases:

Una es el teatro nudista, que yo no sé si es porque tienen poco presupuesto o porque les gusta enseñar el embutidillo, pero lo mismo te hacen una versión de Macbeth que de La violetera, eso sí, siempre en pelota picada.

Luego está el vegetariano, que son los que se dedican a partir sandías en el escenario: Ser o no ser... plastaaa!!! sandiazo contra el suelo... He ahí la cuestión... plastaaa!!!! otro sandiazo.

En tercer lugar está el de "encuentra los tres errores". Los de esta corriente te meten relojes de pulsera en una obra de romanos, deejays en un baile del siglo XVIII en el palacio de Versalles o señores de traje y corbata en la pasión de Cristo.

Y finalmente está Calixto Bieito que hace un megamix de todas las anteriores y te saca en el Rey Lear un señor en pelotas que parte sandías mientras dos se baten en duelo con sierras mecánicas y un deejay pincha chumba-chumba. Ya sé que es el niño mimado de la crítica pero qué quieren que les diga, a mí a veces me parece que este señor es al teatro lo que Luis Cobos a la música clásica.

Uy, esto también deberían olvidarlo a la de tres... o no, mejor vuelvo atrás en el tiempo y así repito la sección sin decir nada de esto. ¿Ven? Si los de Donde estás corazón fueran de Begoña cuantas demandas evitarían al sistema judicial...