La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
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miércoles, abril 15, 2009

Está la cosa negra

La novela negra está de moda. Qué cosa las modas. Son un misterio insondable como el universo. Lo mismo se pone de moda comer pescado crudo, que tatuarse espirales al final de la rabadilla, que llevar colgando de la muñeca un cacho de madera barata al que llamamos chinito de la suerte. ¿A que no se acordaban? Todos tenemos un pasado, amigos…

Bueno, pues ahora resulta que lo que está de moda es la novela negra. Pero no una novela negra cualquiera tolón, tolón. Dicen que están de moda los nórdicos, que deben de ser escritores gorditos con plumas y muy calentitos.

También están de moda los detectives latinos… no, no piensen en Bisbal con una lupa que la cosa no va por ahí.

El detective latino de moda es un experto gastrónomo que lo mismo te resuelve un crimen que te prepara un gratén de ostras con trufas sobre lecho de puerros confitados acompañado con risotto salvaje a los cuatro champiñones y salsa de vino tinto con tamarindo.

Cómo han cambiado las cosas desde aquellos personajes creados por Dashiell Hammet o Raymond Chandler a los que nunca se les acababan las balas ni la bebida de los vasos, y a los que siempre acababa poniendo rostro Humphrey Bogart, el actor que de pequeño se cayó en la marmita del almidón.

Pero bueno, no nos vayamos por los cerros de Baker Street. Veníamos concluyendo que la novela negra está de moda, sí, y puede ocurrir, que a usted querido/a oyente, la novela negra no le guste un pijo; Pero puede ocurrir también que un día le inviten a una recepción en casa del embajador, y puede ocurrir, que el embajador sea un adicto a la novela negra y que entre Ferrero Rocher y Ferrero Rocher le dé por hablar de literatura y lo que es peor, puede ocurrir que el embajador se dirija a usted para pedirle su opinión. Pues no se alarme querido/ a oyente porque pensando en usted y en nadie más que usted hemos ideado este fantástico curso titulado: Cómo hacer ver que uno sabe de novela negra contemporánea sin tener ni pajolera idea de lo que está hablando.

Lección primera:

Supongamos que el embajador menciona a Henning Mankel, entonces, con una mueca de ironía templada en su boca debe usted respoder lo siguiente: “Ja, para que luego nos vendan la moto de que en las sociedades escandinavas no pasan cosas raras. Ahí como en todas partes.” Con esto habremos desviado la atención del tema perfectamente.
Si, por el contrario, el mencionado es Stieg Larsson basta con decir: “Estoy deseando leer el siguiente.” Cuidado porque cuando se edite el tercer volumen de la trilogía este argumento quedará obsoleto, entonces el recurso infalible será: “Pobre hombre, cómo hubiera disfrutado viendo el éxito de su obra, si es que no somos nadie.”

Puede que el embajador sea fan de Andrea Camilieri y su detective Montalbano. La frase en este caso es: “¿Sabía que le puso el nombre al detective en homenaje a Manuel Vázquez Montalbán?”. Si la respuesta es un sí seco y tajante puede usted tirarse al suelo y fingir un desmayo para salir del paso.

La autora mencionada también puede ser Sue Grafton, cuya característica más notoria es que todos los títulos comienzan por una letra del alfabeto, véase; A de adulterio, B de bestias, C de cadáver y así sucesivamente. Aquí, lo más socorrido es recurrir a la gracieta con sorpresa final, o sea, decir: ¿Qué? La última se titulará Zeta de Zasca ¿no? (El zasca a grito pelado en plan Berto Romero, obviamente).

En cambio si la autora de la que se habla es Donna Leon limítese usted a sonreír. Y sobre todo evite a toda costa preguntar si es hermana de Rosa León.

Bien, hasta aquí, por hoy nuestro curso de Cómo hacer ver que uno sabe de novela negra contemporánea sin tener ni pajolera idea de lo que está hablando.

En próximas lecciones aprenderemos a desviar la atención de una conversación sobre Alicia Giménez Bartlet hablando de los diálogos de Ana Belén en Zampo y yo. Hasta entonces.