La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
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sábado, febrero 03, 2007

DEMASIADO SEMBRADO PARA UN SOLO BORRICO

Estimados señores estudiosos de la literatura:

Soy una humilde persona que tan solo quiere aprender algo sobre el noble arte de juntar palabras. ¿Tengo por ello que provocarme esguince de lengua y luxación de cerebro tratando de asimilar una terminología más extraña que la que utilizaban en Star Trek?

Porque a servidor ya le costó entender lo que era un oxímoron, pero claro, si los alumnos medio cafres de Danny De Vito en “Un poeta entre reclutas” lo aprendían yo no iba a ser menos.

Ahora... no es justo que uno vaya a estudiar los acentos métricos y se encuentre con que hay cinco tipos: trocaico, yámbico, dactílico, anfibráquico y anapéstico. Oigan... anfibráquicos eran, que yo sepa, los dinosaurios de Parque Jurásico, y Yámbico no sé muy bien si es el lunnie azul, un furbie o un teletubbie. ¿Qué? ¿Que no había un nombre más complicado para bautizar a los niños, no? ¿Que no les podíamos poner Jeniffer y Jonathan como hacen los padres de ahora?

Pero eso no es todo. Porque ¿A quién se le ha ocurrido eso de la isotopía fonética? Aquí el menda los únicos Isotopos que conoce son los Isotopos de Springfield. El equipo de beisbol de los Simpson.

Ah, ¡y las metáforas! Pase que haya metáforas de reclamo, copulativas, del genitivo o por aposición pero ¿metáforas metamórficas? ¿Esto que es? ¿Literatura o un capítulo de los Power Rangers?

Y ya que nos hemos desatado, tengo que reconocer que la figura que más rabia me da de todas es la parataxis. Porque eso de parataxis me recuerda a la típica señora con abrigo de pieles que, cuando llevas una hora larga esperando que aparezca un transporte público y por fin ves una lucecilla verde en lontananza, surge de la nada con la mano en alto y te roba el taxi, la esperanza y un par de horas de sueño entre la demora y la mala uva.

En fin, señores estudiosos de la literatura, que si no les importa y tienen un ratito libre podrían rebautizar todo ello en beneficio de los pobres aprendices de esto de las letras a los que tanto verbo florido nos acaba resultando, como dijo un genio una vez, demasiado sembrado para un solo borrico.

Por cierto, quiero dar las gracias a las muchas horas de televisión que he tragado, a Matt Groening y a Steven Spielberg porque, francamente, como recurso mnemotécnico no tienen desperdicio.

Hala niños, ya sabéis, menos tele y más literatura o acabareis por convertiros en alguien como yo.