La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
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domingo, febrero 03, 2008

Viajeros en Barcelona

“Uy, tú porque no vives aquí” es lo que tengo que escuchar siempre que elogio Barcelona. “Dices eso porque vienes de visita, pero si tuvieras que pasar aquí todo el año ya veríamos”. ¡Qué más quisiera yo que mis obligaciones me permitieran pasar el año entero, ya puestos a pedir, en un ático del Passeig de Gràcia! Bueno... o en un pisito de la calle Riera Alta, que tiene más encanto si cabe y está más cerca de mis posibilidades.

“Tú porque no vives aquí” dicen cuando elogio Barcelona pero ¿cuál es la respuesta cuando digo: "ah, pues si queréis os cambio"? “Nooo, nooo, que a mí Barcelona me encanta.”

Pues claro, ¿y a quién no? Barcelona ha cautivado a millones de viajeros de todos los tiempos, escritores incluidos... Bueno, menos a Merimee que dijo aquello de “una sucia ciudad que afecta aires de capital” pero mejor pasamos de él que le he cogido hasta ojeriza por semejante comentario.

Decíamos que la ciudad condal ha cautivado a escritores de todos los tiempos y así lo refleja un excelente libro titulado “Viajeros en Barcelona” del catedrático de Historia Adolfo Sotelo Vázquez. En 165 páginas recrea la estancia, vivencias y opiniones de diecisiete literatos que desde mediados del siglo XIX hasta los años 50 visitaron la ciudad. Y lo hace en un trabajo documentadísimo pero muy ameno en el que recorremos, casi sin darnos cuenta, 100 años de historia a través de los comentarios de Galdós, Emilia Pardo Bazán, Rubén Darío, Unamumo, Baroja, Machado o Camilo José Cela entre otros.

Y si hablan de la ciudad, claro está, hablan de sus habitantes... Y yo, que además de malo maloso soy amigo de los chascarrillos, he ido tomando notas para configurar el perfil del barcelonés tipo... y la barcelonesa tipa.

El escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento, por ejemplo, en su retrato del hombre catalán (cito textualmente) resalta sus ojos “centelleantes de actividad y de inteligencia” a la par que su perfil enjuto y nervioso. Sus quehaceres y empresas “respiran grandeza” y tal es su laboriosidad que “de un quintal de lana ellos sacan quinientas piezas de paño”. Mucho le debió de gustar Barcelona a este autor que hasta se llevó cinco láminas de monumentos como recuerdo, o sea, cinco postales de la época.

Pero sigamos con lo nuestro. Galdós dice de los catalanes que “es un pueblo morigerado y sobrio que, cuando llega la ocasión, sabe gastar sus ahorros y deslumbrar a sus huéspedes, haciendo gala de tanta esplendidez como inteligencia. Tienen el doble mérito de saber trabajar y saber vivir.” Ah y destaca también “la escasa querencia de los habitantes de Barcelona por las tabernas y el espectáculo taurino, escuela constante y cátedra siempre abierta de barbarie, insolencia y crueldad.”

La Pardo Bazán dijo de Barcelona que “es la ciudad más hermosa de España, y sin duda el día que consiga extenderse del Llobregat al Besós, podrá competir con las mejores de Europa y América”. Valía para pitonisa la escritora gallega.
¿Y qué dijo Rubén Darío? Pues que el pueblo barcelonés es un pueblo “sano y robusto, de unas mujeres de pechos opulentos, de ojos magníficos, de ricas cabelleras y de flancos potentes”. ¡Ole el salero de las mozas catalanas! Esto último no lo dijo Darío eh, lo apostillo yo. De acuerdo con Darío y conmigo estaría también Waldo Frank que escribió: “No es un pueblo fuerte como el aragonés o el vasco (eso es verdad). Es un pueblo sutil y gracioso. El secreto de supervivencia se ve claramente en sus mujeres, delicadas hijas de Eva, tal vez las más bellas de Europa, con los colores de un huerto de abril y el crepúsculo en los ojos”. ¡Ahí le ha dao!

Unamuno, que era más lacónico y un pelín aguafiestas dijo aquello de “¡Os ahoga la estética!”, afortunadamente el uruguayo José Enrique Rodó discrepó alegando que detrás de las fachadas “veo yo, en la casa de los catalanes, el fondo: veo una artística sala, una copiosa biblioteca, un confortable comedor, unos frondosos y bien cultivados jardines. Veo, en suma, aquella entidad que es la raíz de todas las grandezas y el secreto de todos los triunfos: la energía.”

Bueno, pues si estos señores tan cultos lo han dicho por algo será. Yo me identifico con lo que dijo Azorín: “Los días barceloneses no se borrarán jamás de nuestra memoria.”

Recuerden “Viajeros en Barcelona” de Adolfo Sotelo Vázquez.

3 Comments:

  • At 7:17 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Uy que perezosos que están esos incondicionales! Yo es que cuando veo que alguien se enamora de Barcelona, me enamoro yo de él. Así que Sr. Blázquez como dice la máxima de los amigos de mis amigos... pues lo mismo.
    Y oiga sigan así en el programa, porque hoy me han dicho que les oyen des EEUU a través de su blog. La mirada atónita esta vez embelasada ante un ciudad que cubre como una alfombra el espacio definido entre dos rios, una atalaya prodigiosa y el mar del que un día emergerá la isla de Maians. Un abrazo!

     
  • At 6:36 p. m., Blogger Cris said…

    ¿Qué voy a decir yo, que soy autóctona? Lo dicho en esta sección me llena de orgullo y satisfacción, que decía aquel.
    Los amores van y vienen, cambian o desaparecen, pero hay uno que siempre permanece: el del amor por la magia de Barcelona, donde, si gustais, sereis bienvenidos.
    Petons des de l'est.

     
  • At 2:06 a. m., Blogger Carlos Blázquez said…

    ¿Qué puedo añadir yo? Barcelona es una de las mejores cosas que le pueden pasar a uno en la vida.
    Besos y abrazos.

     

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