LA ALEGRÍA DE LA HUERTA
Quiero elevar una sonora protesta a la dirección de este programa. ¿A quién se le ocurre hablar de Philip K. Dick en pleno otoño? Con lo sensible y melancólico que está uno a estas alturas de curso nada más de ver tanto árbol en los huesos y tanta hoja suicidada.
Bueno, pues para rematar, hala, monográfico del autor de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" que el pobre hombre no es que destacase por ser la alegría de la huerta precisamente.
No niego que estoy en ese momento de la vida en el que uno no quiere ver mas que cosas de risa, que, como dice mi abuela (siempre sabia) "bastante desgracia hay en el mundo". Y claro, empiezas a leer la biografía de Philip K. Dick y se te cae el alma a la altura a la que el futbolista Rafael Gordillo llevaba los calcetines.
Les enumero de corrido el historial del susodicho escritor para que se hagan una idea: Sentimiento de culpa desde niño por la muerte de su hermana melliza al mes de nacer. Con catorce años comenzó a ir al psiquiatra para tratarse de agorafobia, vértigos y una importante reclusión en sí mismo. La experimentación con las drogas en los sesenta le dejó una fuerte adicción a las anfetaminas. Lo que contribuyó, sin duda, a disparar hasta los límites sus accesos esquizofrénicos, que le llevaron a creer que compartía su mente con un sacerdote cristiano del año setenta después de Cristo, a pensar que el gobierno de Nixon le vigilaba y pretendía enviarle a un campo de concentración en Alaska o, incluso, a entrar en contacto con una especie de satélite divino, llamado Valis, acrónimo en inglés de vasta inteligencia artificial viva. Cinco matrimonios y varios intento de suicidio completan el cuadro clínico.
¿Qué les parece? Una fiesta, ¿no? Afortunadamente, esta desgraciada existencia dejó innumerables obras maestras de la literatura de ciencia-ficción, aunque, como buen escritor maldito que se precie, Philip K. Dick no disfrutó de su éxito en vida. Y, como buen escritor maldito que se precie, también, se ha forjado toda una leyenda a su alrededor. Dicen que desde que entro en contacto con Valis desarrolló una serie de poderes paranormales como soñar en ruso o un antiguo dialecto griego, o que después de escuchar a los Beatles le diagnosticó a su hijo una hernia inguinal que los médicos no habían detectado. Ya ven, tanta guerra que dan las academias de idiomas y la Seguridad Social y no hay más que sintonizar un canal de un satélite de Dios.
En fin, después de este compendio de cosas positivas, y teniendo en cuenta que ya ni el Athletic nos da una alegría, creo que voy a darme un atracón de tarta de queso, que al menos a las chicas de oro les funcionaba en los momentos de bajón.
Por cierto, un último apunte... que digo yo que todo esto de la ciencia-ficción y de todos estos autores de culto y todas las tesis que se derivan de sus libros... al fin y al cabo, hace muchos años que las resumió, sin tanta mística y en una sola frase Antonio Molina con aquello de: el futuro es muy oscuro, el futuro es muy oscuro aaaaaaaaaaaaaaaaaaaay... que mal me sienta el otoño.
1 Comments:
At 3:07 p. m., PIZARR said…
Pues querido amigo, hoy siento discrepar contigo, ME ENCANTA EL OTOÑO, llevaba días soñando con que de una vez por todas empezase de verdad, nuestro otoño de toda la vida.
Ya sabes, los arboles sin hojas, los días un poquito frescos y nublados, mejor sin lluvia, para poder pasear por los bosques de mi querido valle, pisando alfombras de hojas secas.
Por lo tanto, solo puedo enviarte muchos ánimos para soportar este OTOÑO.
Y hablando de lo que nos ocupa, como no podía ser de otra forma, me encantan los autores desgraciados, melancólicos, tristes y demás desgracias, porque crean como nadie.
Un saludo desde este otoño bilbaino y un beso.
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