KOLTANOWSKI ERA DE BILBAO
Dice mi señora madre que de tanto repetir por la radio eso de que soy de Bilbao van a acabar confundiéndome con Ramón García, que no es que me importe demasiado pero no me veo yo retransmitiendo las campanadas del brazo de la Obregón.
De todos modos, hoy tengo que sacar de nuevo a relucir mis orígenes bilbaínos porque quiero hablarles de un escritor que a pesar de haber nacido en Bélgica y haber vivido gran parte de su vida en Estados Unidos, podría ser del mismo centro de la capital vizcaína.
Se trata de George Koltanowski. Vale, seguro que más de un aficionado al ajedrez ya se ha dado cuenta de que hoy no hablamos de un escritor al uso. Porque, que yo sepa, Koltanowski no escribió libros de poemas, ni ensayos filosóficos ni mucho menos novelas. Y dirán ustedes ¿entonces por qué nos habla este muchacho de él?
Pues muy sencillo. Porque según la Real Academia un escritor es una persona que escribe, o también el autor de obras escritas o impresas. Así que como Koltanowski publicó más de una docena de libros se ajusta perfectamente a ambas definiciones, aunque todas sus obras tratasen sobre ajedrez. Y si a esto le sumamos que durante cincuenta y dos años de su larga vida escribió de forma ininterrumpida una columna diaria en el San Francisco Chronicle, lo que vienen a ser cerca de diecinuevemil artículos, a ver quien es el guapo que dice que este señor no era escritor. Ah, pero por si aún quedan dudas qué mejor que citar al propio autor. Imagínense, si Cervantes dijo aquello de que "El ajedrez es semejante a la vida" o Unamuno lo de que "el ajedrez es mucho para juego y muy poco para ciencia" Koltanowski, más pragmático él, regaló a la posteridad frases como "los peones son como los botones, pierde demasiados y se te caerán los pantalones".
Bueno, pues aún así seguro que queda alguien que no me compra a Koltanowski como escritor. Da igual, porque entonces se lo vendo como personaje literario. Y a esto sí que nadie puede objetar nada, porque el amigo Kolty tuvo una vida que para si la quisieran muchos protagonistas de grandes novelas. De pulidor de diamantes en Belgica pasó a dedicarse por entero al ajedrez en los Estados Unidos por culpa de la Segunda Guerra Mundial. Koltanowski era un "chouman", como diría el ciervo de Buenafuente. Tanto es así que entró en el Guiness de los Records por jugar una partida simultánea contra treinta y cuatro personas ganando a veinticuatro y quedando en tablas con diez. ¿Qué no parece nada sorprendente? Ah, es que se me ha olvidado mencionar que lo hizo con los ojos vendados. O sea, a ciegas. Era su especialidad, su prodigiosa memoria le permitía no solo jugar múltiples partidas simultaneas, sino recitar, una vez terminado el juego, todos los movimientos que se habían producido en cada enfrentamiento. La mayor sorprendida de su capacidad mnemotécnica era su mujer que solía decir: "No sé como lo hace. Es incapaz de acordarse de traer una barra de pan del supermercado". Por cierto, que Koltanowski no solo se dedicó a recorrer el mundo haciendo exhibiciones de ajedrez con los ojos vendados, si no que al parecer también aplicaba esto a su vida privada, porque de hecho, conoció a la que fue su esposa durante cincuenta y cuatro años en una cita a ciegas.
¿Ven lo que les decía al principio? Yo creo que Koltanowski era uno de esos bilbaínos que nacen donde les da la gana.
De todos modos, hoy tengo que sacar de nuevo a relucir mis orígenes bilbaínos porque quiero hablarles de un escritor que a pesar de haber nacido en Bélgica y haber vivido gran parte de su vida en Estados Unidos, podría ser del mismo centro de la capital vizcaína.
Se trata de George Koltanowski. Vale, seguro que más de un aficionado al ajedrez ya se ha dado cuenta de que hoy no hablamos de un escritor al uso. Porque, que yo sepa, Koltanowski no escribió libros de poemas, ni ensayos filosóficos ni mucho menos novelas. Y dirán ustedes ¿entonces por qué nos habla este muchacho de él?
Pues muy sencillo. Porque según la Real Academia un escritor es una persona que escribe, o también el autor de obras escritas o impresas. Así que como Koltanowski publicó más de una docena de libros se ajusta perfectamente a ambas definiciones, aunque todas sus obras tratasen sobre ajedrez. Y si a esto le sumamos que durante cincuenta y dos años de su larga vida escribió de forma ininterrumpida una columna diaria en el San Francisco Chronicle, lo que vienen a ser cerca de diecinuevemil artículos, a ver quien es el guapo que dice que este señor no era escritor. Ah, pero por si aún quedan dudas qué mejor que citar al propio autor. Imagínense, si Cervantes dijo aquello de que "El ajedrez es semejante a la vida" o Unamuno lo de que "el ajedrez es mucho para juego y muy poco para ciencia" Koltanowski, más pragmático él, regaló a la posteridad frases como "los peones son como los botones, pierde demasiados y se te caerán los pantalones".
Bueno, pues aún así seguro que queda alguien que no me compra a Koltanowski como escritor. Da igual, porque entonces se lo vendo como personaje literario. Y a esto sí que nadie puede objetar nada, porque el amigo Kolty tuvo una vida que para si la quisieran muchos protagonistas de grandes novelas. De pulidor de diamantes en Belgica pasó a dedicarse por entero al ajedrez en los Estados Unidos por culpa de la Segunda Guerra Mundial. Koltanowski era un "chouman", como diría el ciervo de Buenafuente. Tanto es así que entró en el Guiness de los Records por jugar una partida simultánea contra treinta y cuatro personas ganando a veinticuatro y quedando en tablas con diez. ¿Qué no parece nada sorprendente? Ah, es que se me ha olvidado mencionar que lo hizo con los ojos vendados. O sea, a ciegas. Era su especialidad, su prodigiosa memoria le permitía no solo jugar múltiples partidas simultaneas, sino recitar, una vez terminado el juego, todos los movimientos que se habían producido en cada enfrentamiento. La mayor sorprendida de su capacidad mnemotécnica era su mujer que solía decir: "No sé como lo hace. Es incapaz de acordarse de traer una barra de pan del supermercado". Por cierto, que Koltanowski no solo se dedicó a recorrer el mundo haciendo exhibiciones de ajedrez con los ojos vendados, si no que al parecer también aplicaba esto a su vida privada, porque de hecho, conoció a la que fue su esposa durante cincuenta y cuatro años en una cita a ciegas.
¿Ven lo que les decía al principio? Yo creo que Koltanowski era uno de esos bilbaínos que nacen donde les da la gana.
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