La mirada atónita

de la sección del mismo nombre en el programa Punt de Llibre de Radio Barcelona
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domingo, octubre 22, 2006

UNA DE PREMIOS

Qué rabia. La entrega de los premios Planeta es una de mis retransmisiones televisivas favoritas y me perdí la primera parte.

Estaba yo haciendo zapping sin gafas, porque se me han roto y, por error, me quedé viendo Telecinco en vez de La 2. La mecánica de lo que estaban emitiendo era tan parecida a la de los premios Planeta que se ve que me hice un lío.

Me extrañó un poco que Rosa Regás llevara el pelo rubio y recogido en una coleta. También me pareció raro que el presentador de la gala la llamase Noemí, pero pensé "igual ahora los miembros del jurado también usan pseudónimo", qué modernez. Eso sí, aluciné pepinillos cuando el favorito del público se arrancó a cantar flamenco-pop. Primero porque no tenía ni idea de que en la entrega de unos premios literarios el público tuviera la opción de elegir a su favorito y segundo porque por los gorgoritos y las piruetas que hacía aquel muchacho no parecía ser Álvaro Pombo, que era el que todas las quinielas daban como ganador del Premio Planeta. Suerte que en este tipo de programas dan paso a publicidad cada diez minutos y pude comprobar, para bien de mi salud mental, que lo que estaba viendo no era la entrega de los Premios Planeta sino Operación Triunfo.

Me pegué al televisor para asegurarme de que ponía el canal correcto esta vez y me encontré de lleno con la perilla de Pombo y con un plano de la finalista, Marta Rivera de la Cruz, que se mordía las orejas de la risa. Si algo bueno tienen los Premios Planeta es que el segundo se va casi tan contento como el primero. ¿Por qué será?

Ya les aseguro yo que no le habrá pasado lo mismo a Vargas-Llosa al enterarse de que un año más se le escapa el Nobel de entre los dedos. Este hombre es un poco el Raymond Poulidor de la literatura. Siempre entre los favoritos pero sin acabar de llevarse el gato al agua. "El eterno segundo", como apodaban al ciclista francés. Al menos Vargas-Llosa puede consolarse pensando que a Borges le pasó lo mismo y puede dormir tranquilo sabiendo que mucha gente sigue su carrera... aunque nunca hayan leído un libro suyo, como dijo la ínclita Mazagatos.

Tal vez la incomprendida modelo se refería en aquella ocasión a que seguía la carrera política del escritor peruano. Y, tal vez sea, precisamente, esa carrera la que le haya alejado, de momento, del premio Nobel. Porque da la sensación de que la academia (la sueca, no la de OT) mira con lupa el tema ideológico y prefiere decantarse por discursos un pelín más progresistas que el del autor de "Pantaleón y las visitadoras".

¿Discutible? Pues sí, pero ¿Qué no lo es en esta vida? De momento lo que está claro es que Vargas-Llosa se ha ahorrado un discurso, que Álvaro Pombo y Marta Rivera de la Cruz van a recorrer más platós que los ex concursantes de Gran Hermano, y que yo, o llevo las gafas a arreglar o voy a acabar confundiendo a Punset con Buenafuente o a Espinete con Sánchez- Dragó.